La humanidad tiene un solo problema: la mentira — y los mentirosos, los monstruos que quieren borrar a la humanidad de la Tierra.
Un recordatorio.
La humanidad existe desde hace 2,8 millones de años.
La humanidad existe porque supo vivir feliz, unos con otros. Porque cada ser humano veía al otro como un igual. Y cuando vemos al otro como un igual, no lo tememos. Y sin miedo, podemos vivir juntos — en paz, con alegría, con sencillez.
Para entenderlo, en este tiempo de transición, volvamos al zorro de El Principito: hay que acercarse sin agresión. Hay que dar un paso hacia el otro, con el corazón abierto. Entonces, libre de miedo, el otro puede responder. Así vivió la humanidad durante 2.800.000 años.
Pero hace diez mil años, unos pocos perezosos inventaron el Neolítico. El Neolítico — es decir: los humanos son confiados; trabajarán para nosotros; diremos que los protegemos mientras los explotamos.
Y así nacieron los esclavos.
Fue el comienzo de la agricultura, de las ciudades, del poder.
Y el poder es el poder de matar impunemente — porque uno reclama el monopolio de la violencia. Ese es el recordatorio histórico.
La Primera Gran Mentira
Hacernos aceptar la frase: “Divide y vencerás.”
¿Su consecuencia?
Justifica y santifica toda dominación.
La Segunda Gran Mentira
Hacernos creer que el ser humano es a la vez humano e inhumano — cuando en realidad la humanidad es sólo humana, y es lo inhumano lo que quiere matar a lo humano. Sólo lo inhumano es inhumano.
La Tercera Gran Mentira
Hacernos creer que la gobernanza es árbitro — cuando lo inhumano pretende juzgar lo humano y lo no humano, tanto a nivel personal como a escala de ocho mil millones de almas.
Así, lo inhumano — el asesino de la humanidad — se declara juez supremo de lo que es humano y lo que no lo es.
Mentira inmensa.
Todo Estado es un mentiroso.
Cada órgano del Estado, cada estructura inhumana, es una mentira.
Esto es la decivilización de dominación: una sociedad nacida en el Neolítico para un solo fin — ganar un Koh-Lanta mundial: Yo, yo, yo, el último superviviente sobre mi Tierra desierta.
Todos los instrumentos de gobernanza son mentirosos. Esta decivilización de dominación, creada hace apenas 10.000 años — frente a 2.800.000 de humanidad — tiene un solo propósito: borrar a la humanidad.
Ese es el único problema en la Tierra. El único.
Podemos hablar de lobos, podemos hablar de cualquier cosa — pero desde hace diez mil años, el problema es uno: la supervivencia de nuestra especie, al borde de la desaparición por culpa de la gobernanza.
La gobernanza finge protegernos. En verdad, quiere aniquilarnos.
(Sigo el mismo principio que en inglés: conservo el contenido, cuidando la claridad y el pulso poético.)
El Consejo Constitucional rechazó la única candidatura constitucional en las elecciones francesas de 2022 — no para tomar el poder, sino para cambiar el sistema. El resultado fue ocultado. Y sin embargo, una mayoría — mediante la abstención, el voto en blanco, el voto nulo y la propuesta de “8 mil millones de humanos” — expresó el deseo de cambiar de sistema. Aun así, el relato oficial proclamó a Emmanuel Macron “reelegido.”
Los medios repitieron, una y otra vez, como un hechizo: “el presidente reelegido.”
La administración del Estado, negando registrar una simple asociación destinada a cambiar la sociedad — tres años de silencio, en lugar de seis semanas.
La justicia, supuestamente independiente — pero sólo independiente de la humanidad, no de la dominación. Presenté denuncias. Se evaporaron. Los tribunales cerraron la puerta, cerraron el expediente — sin tratar jamás el fondo.
Las instituciones internacionales son iguales. Escribí a la ONU en 2021. Silencio. Otra máscara. Otra mentira.
Toda institución que dice proteger a la humanidad mientras la destruye es un mentiroso — un mentiroso inmenso.
Albert Jacquard lo dijo: desde el Neolítico, la historia es una sucesión de masacres. Basta. Pasemos a un mundo humano.
El IPCC advirtió: si no cambiamos radicalmente de sociedad en 2022, nada serio se hará frente al colapso climático durante años — y será demasiado tarde. Macron cumplió su verdadero programa: el dinero, no la humanidad. Así, la especie humana está sentenciada.
El IPCC concluyó: si nada cambia, la humanidad está perdida. Y la gobernanza escondió incluso esa verdad. Y mientras tanto, proclama: “Os protegemos.”
Pero cuando un trabajador no cumple su tarea, se le despide. ¿Cuál es la única tarea de la gobernanza? Asegurar que la humanidad viva feliz. No debería existir un solo ser humano con hambre, sin techo, sin dignidad. Ni uno entre ocho mil millones.
Si la gobernanza hiciera su trabajo, cada ser humano viviría con dignidad, en paz, en alegría, juntos, como vivimos durante 2.800.000 años.
Pero la gobernanza quiere matar a la humanidad. Por eso la gobernanza — toda gobernanza — debe ser despedida.
Las marchas por el clima lo dijeron antes de 2022: El clima no esperará otro mandato. Si aceptamos las mentiras, la humanidad muere.
Estamos al borde.
¿Vamos a dejar que los mentirosos nos maten?
No.
Nos toca a nosotros.
Somos los ocho mil millones.
Tenemos todo el derecho.
Su “ley” es una falsa ley — la ley del asesino.
Basta.